lunes, 6 de marzo de 2017

RAYONES SALVAJES

Entre esa locura de líneas se esconde la trama de una historieta
El proceso creativo suele caracterizarse por su caprichosa aleatoriedad. Cualquier planificación, meticulosa, exhaustiva, prolija, puede terminar siendo un armatoste que defrauda por no poder cumplir los objetivos que su elaborada preparación, en tiempo y aun dinero, ha supuesto, mientras que un apresurado pero muy inspirado montón de líneas, trazadas hasta aprisa-y-corriendo, puede producir la genialidad deseada.

También los bocetos tienen una vida propia; muestran el entramado inicial del cual surgió la obra que admiramos. Parecen, a veces, incluso más auténticos y valiosos que el resultado final. Hay soltura, brío, inspiración en esencia pura, además de semejar el complejo juego de engranajes de la maquinaria de un reloj que enseña pasos, métodos.

Unas veces exponen más talento que el trabajo final; otras, qué fuerza caótica bullente lleva a crear, dominada a duras penas por el lápiz. Los trazos se desbordan, buscan la anarquía. Amontonar ideas sin propósito o fluidez. Provecho. En ocasiones, sólo es una frustrante maraña de líneas que no conducen hasta donde queríamos, reflejando en su plenitud la decepción que produce este fracaso.

En este caso: componen la simiente de una historia, así como pasos evolutivos de los personajes que deberán protagonizarla.